Teclados para lenguas en riesgo o ‘software’ para conciliar. Ciudadanos que intentan cambiar el mundo en 10 días
Decenas de personas de 15 países se reúnen en Panamá en laboratorios de innovación que tratan de mejorar la calidad de vida de mujeres y niñas
Doris Cheucarama es parte de la comunidad indígena wounnaan, que habita territorios entre Colombia y Panamá, y es de las pocas mujeres capaces de escribir en su lengua: el woun meu. El castellano lleva años imponiéndose en un lugar donde el analfabetismo femenino alcanza porcentajes elevadísimos. Para evitar la muerte del woun meu, Cheucarama se dedica a traducir páginas del español a su lengua materna. En la práctica, la traductora choca con una gran dificultad: las letras del woun meu no existen en los teclados. “Yo tengo en una página de Word varias letras de mi idioma y las voy copiando, una a una, para escribir palabra a palabra”, admite. Sin la capacidad de ser escrito con soltura, el woun meu (escrito) parece tener los días contados.
Para encontrar una solución a esta y a otras problemáticas similares se necesitaron 10 días: del 18 al 28 de octubre. Menos de dos semanas en las que se reunieron, en Ciudad de Panamá, una sesentena de personas anónimas de 15 países de Iberoamérica con un objetivo común: hacer de este un mundo mejor. ¿Cómo? Gracias a laboratorios ciudadanos, concepto tan innovador como cooperativo, cargado de creatividad y salpimentado de la locura de las buenas ideas.
El punto de partida lo marcó el equipo de Innovación Ciudadana de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) junto con el Gobierno de Panamá, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y el apoyo de la Dirección General de Asociaciones Internacionales (INTPA, por sus siglas en inglés) de la Comisión Europea.
Estos organismos establecieron que los proyectos que se presentarían en la octava edición de los Laboratorios de Innovación Ciudadana (LABICPA) debían afrontar un desafío: “Digitalización y nuevas tecnologías para mejorar la calidad de vida de mujeres y niñas”. Al poco de publicarse el reto comenzaron a llegar propuestas de participación a la SEGIB. El responsable del proyecto de innovación ciudadana de la Secretaría, Pablo Pascale, junto con la coordinadora de innovación, Mariana Romiti, y otros colaboradores, seleccionaron nueve ideas. Asignaron diferentes candidatos a cada plan hasta formar equipos multidisciplinarios con un único objetivo: dejarse la piel en desarrollar “algo” que mejore la vida de las personas y que, como requisito indispensable, su coste de fabricación no exceda los 300 euros.
Tras días de trabajo en equipo, entre borradores, esquemas y lluvias de ideas dentro de una gran sala del Parlamento Latinoamericano y Caribeño, los distintos grupos hilaron nueve iniciativas transformadoras para mejorar la vida de mujeres y niñas en varios puntos del planeta. Estos son:
Comarca: el teclado para que una comunidad indígena escriba en su lengua
Segio Aristizabal es tipógrafo en Bogotá y el promotor del proyecto Comarca. Aristizabal se fijó en la comunidad indígena Wounaan, en la que vive Doris Cheucarama. En una zona que abarca parte de Colombia y parte de Panamá, el avance de la digitalización y el uso del español están dejando en muy mala posición al woun meu, lengua que hablan 20.000 personas y que cuenta con muy pocos libros publicados y para la que no existen teclados, como explicaba Cheucarama. “Además, en el pueblo indígena wounaan, como en la mayoría de las comunidades, las mujeres se encargan de educar a los niños. Si conseguimos que puedan escribir en su idioma con un teclado, se podrán difundir más textos y será más fácil alfabetizar a las nuevas generaciones”, mantiene Aristizabal.
En 10 días, el grupo Comarca, ayudado por miembros de la comunidad wounaan, desarrolló un sistema informático capaz de convertir cualquier teclado en teclado woun meu. También diseñaron un teclado digital para poder escribir en dispositivos móviles, tabletas o aplicaciones. Doris Cheucarama fue de las primeras en poder probarlo. “Hasta ahora, ella traducía textos como si fuese Gutenberg. Tenía que ir colocando letra a letra”, se enorgullece Aristizabal. “Antes, para traducir una página tardaba un día entero. Ahora, creo que podría hacerlo en dos horas y eso que todavía no voy rápida”, se emociona Cheucarama. Gracias al diseño de un teclado de estas características, las mujeres wounaan serán protagonistas de su propio desarrollo educativo y podrán preservar su lengua. “Lo mejor es que el proyecto es totalmente aplicable a otras lenguas minoritarias”, mantiene Aristizabal.
Momday: la herramienta de la conciliación
Otra de las propuestas fue Momday, una aplicación de gestión del tiempo con la que invertir en la utopía de equilibrar la vida personal con la vida laboral. El equipo de la promotora Paula Sousa ha diseñado un software que permite unificar las agendas de trabajo de madres con las agendas de sus hijos y con la posibilidad de, en la misma aplicación, convocar a familiares y amigos para ayudar en el cuidado de los menores de edad.
Chat 21: la guía para orientar a madres de niñas y niños con síndrome de Down
Gabriela Laborda es brasileña y es la madre de Maira, una niña de siete años que tiene síndrome de Down. “Cuando Maira nació me encontré muy sola y no sabía dónde encontrar ayuda”, confiesa Laborda. A raíz de esa ansiedad, y de la necesidad de ayudar a personas con un problema similar, nació Chat 21 en Río de Janeiro. Al principio era un WhatsApp en el que se compartía información y que lleva cinco años funcionando en Brasil. El LABICPA ha servido para que el proyecto de un paso más y se convierta en una plataforma digital. “Ahora, personas que tienen hijos con síndrome de Down podrán ayudarse entre ellos, pero también tendrán una conexión directa con médicos, terapeutas, foniatras, psicopedagogos, cardiólogos…”, se enorgullece la promotora.
Seguras en línea: la lucha contra la violencia digital
Marión Briancesco jamás pensó que fuese tan complicado acabar con la lacra de la violencia digital por cuestiones de género. Durante 10 días, Briancesco y su equipo trabajaron en la construcción de una aplicación que permite detectar hasta once tipos diferentes de violencia digital. “Hay veces que las propias víctimas no son conscientes de que lo han sido”, lamenta. Seguras en línea —así se llama la aplicación y el grupo de trabajo— se topó con muchos obstáculos. Uno de los más graves, la ausencia de tipificación de estos delitos. “Hemos conseguido canalizar un proceso que desembocara en denuncias. Aun así, lo prioritario es que la mujer sea tenida en cuenta y se sienta escuchada y, sobre todo, respetada”, admite la promotora tras revelar que, al menos, cinco de cada 10 panameñas han sido víctimas de violencia digital. “El fenómeno no es único de Panamá, por lo que este proyecto es perfectamente escalable y ajustable a otros países”, mantiene Briancesco.
Mi EsCool: el fin los estereotipos de género en las escuelas
Mi EsCool es otra plataforma en línea con una misión faraónica: erradicar los estereotipos de género en las escuelas. Los responsables de la plataforma visitaron colegios, entrevistaron y grabaron en vídeo a alumnos de nueve a 11 años. Sus respuestas demuestran que es urgente hacer algo para derribar estereotipos. Los trabajos de Mi EsCool demuestran que desde los seis años “las niñas se sienten menos inteligentes que los niños”. En uno de los vídeos aparecen alumnas de cuarto grado afirmando: “Las mujeres son más delicadas y pueden hacer mejor el trabajo de casa, como cocinar”. Otra fantasea: “Cuando sea grande quisiera ser actriz de película y, si fuera hombre, quisiera ser topógrafo”. Gracias a la plataforma se pretende capacitar a los docentes para educar y erradicar los estereotipos de género de las aulas. En un futuro, Mi EsCool aspira incluso evaluar si un centro está libre de estereotipos o no. El objetivo es claro: capacitar a las 3.953 centros educativos de Panamá para que este país erradique el machismo en las generaciones más jóvenes.
Colectiva: el portavoz de la ciudadanía
Colectiva es una plataforma digital que busca conectar a la ciudadanía con las instituciones en uno de los primeros espacios virtuales feministas de América Latina. Gracias a esta plataforma se podrán seguir los proyectos de ley en materia de género y crear espacios de diálogo que transformen la política actual en lugares de participación, transparencia y rendición de cuentas mediante las nuevas tecnologías.
Cosecha colectiva: la financiación de los entornos rurales
Mayra Chávez es la promotora de la plataforma web Cosecha Colectiva. Este portal digital sirve para que un colectivo de mujeres rurales de Sierra Gorda de Querétaro en México consiga financiación. En definitiva, es un sistema de banca comunitaria. Chávez y el resto de los miembros del proyecto constataron que una de las discriminaciones que afrontan las mujeres de Sierra Gorda es que se les ha vetado el acceso al dinero. Gracias a esta plataforma se constituye un grupo de ahorro y de préstamo que permiten el emprendimiento de este colectivo, consiguiendo así, que mejoren su situación laboral y, en definitiva, su vida.
Wonderbox: una caja que dota de competencias digitales
La promotora de Wonderbox, Marisol González, publicó un tuit —días después de finalizar el proyecto— donde resumía su experiencia en LABICPA: “Me llevo una experiencia inolvidable, nuevas amistades y el impulso para seguir soñando y creando otros mundos”. El mundo que crearon los participantes de Wonderbox se materializa en un kit. Una caja llena de experimentos de realidad virtual, realidad aumentada, inteligencia artificial… Una caja que sirve de excusa para formar y concienciar a niñas en edad escolar. González mantiene que su proyecto es necesario, ya que durante décadas las mujeres han sido víctimas de las desventajas económicas y laborales pero, también, tecnológicas. Con el kit Wonderbox el equipo pretende dar el impulso para que las niñas de las escuelas comprueben que son capaces de generar tecnología y acabar, de una vez, con la brecha digital. Es una de las puertas para “crear otros mundos” como los que anunciaba González.
Cuida2: el problema de las plazas en las guarderías públicas
El grupo Cuida2, encabezado por la brasileña Juliana Mitkiewicz, constató que 3.500 niños de entre cero y cuatro años que viven en favelas no tienen acceso a plazas de guardería. “La única solución que encuentran las madres es una red de cuidados extraoficial, que no está reglada y que dista mucho de ser ideal”, manifiestan. Cuida2 genera un sistema para acompañar y ayudar a las madres en el cuidado de sus hijos, con un mapa interactivo que permite elegir cuidador, ya sean madres ayudando a otras madres o cuidadores certificados. Una plataforma que otorga a las progenitoras la posibilidad de ir a trabajar, buscar trabajo… con la tranquilidad de que sus hijos estarán cuidados por personas acreditadas por la propia plataforma.
Tras 10 días reunidos en una sala del Parlamento Latinoamericano y Caribeño de Panamá, los sesenta elegidos consiguieron resolver problemas, ayudar a comunidades, mejorar la calidad de vida de mujeres y niñas y conseguir que este mundo, a base de buenas ideas y pequeños esfuerzos, sea cada vez mejor gracias a la innovación y al desarrollo de los nueve proyectos. El responsable de innovación ciudadana de la SEGIB, Pablo Pascale, recordó en el cierre de LABICPA —en un auditorio rodeado por las personalidades y los dirigentes políticos de Panamá— que estos laboratorios comenzaron a realizarse en 2013, pero que siguen conservando el mismo objetivo: “Buscar y encontrar soluciones muy concretas para personas de carne y hueso”.